28/12/13

Y si, simplemente, no es que todo se repita, sino... ¿Qué nada cambia?

Tenemos diferentes maneras de ser. No es que seamos falsos; simplemente, nuestra personalidad se divide en muchas subpartes, y cada una de estas, se muestra delante de tipos diferentes de personas.

Dejando claro esto, viene cuando, estas "subpartes" no quieren ser mostradas delante de nadie y aparentamos ser algo que realmente no somos. Nos forjamos una máscara con forma de personalidad que mostramos ante cualquier situación, ya sea por timidez o, porque en potencia, nos encantaría ser la máscara que nos estamos forjando en la cara.

El problema viene cuando alguien se enamora de esa máscara. De ese alguien que fingimos ser.
[Hay la remota posibilidad de que esa personalidad que hemos forjado se convierta en nosotros y no haya ningún problema, pero eso solo pasa en el 2% de ocasiones.]
Todo aquel que haya o esté enamorado, sabrá que, poco a poco, todos salimos del caparazón y nos mostramos tal y como somos, con nuestras rarezas, manías, alegrías, tristezas... Nos desmaquillamos de todo lo que llevamos encima y nos quedamos como nos trajeron al mundo: sin ninguna protección.

Y, ¿ahora qué? Tras "descubrirte" ya no eres la persona de la cual otro se ha enamorado. Esa apariencia que mostramos a todo el mundo menos a esa persona querida, se va, se esfuma.
Puede aceptarte, pero te reprochará.
Puede aguantarte, pero acabará saliendo también su verdadera parte, esa parte que se siente engañado y te recrimina de mil y una maneras.

Qué hacemos, ¿nos volvemos a poner la máscara?
No, ya se sabe la verdad.

Solo queda abandonar el barco o empezar a esculpir una nueva máscara que oculte todo el dolor que provoca la situación y, de nuevo, volver a fingir que estamos bien cuando realmente estamos mal.
De nuevo, ser alguien que no somos, hasta que nos descubran (o no) de nuevo.

20/10/13

Una luz en la evidencia.

Es triste darse cuenta de que tu autoestima ha aumentado con los años al sentirse infravalorada.

6/8/13

Gris tirando a blanco.

Desde que tengo memoria (porque mi infancia la recuerdo a pinceladas) me he ido convirtiendo en una persona pesimista... Muy pesimista. Sí, de esas que se echan la culpa de todo aunque no la tengan - pero la consciencia hace malabares para pensar que sí -

Llega, a veces, un momento donde parece que un paso es uno mal dado, que no tiene sentido caminar si es para hacerme sentir peor... Y para ver/pensar de manera diferente eso, siempre necesito una luz que me cambie los esquemas.

Lucho contra este sentimiento, y no lucho sola, en cada uno de mis pasos tengo una persona que me hace ver lo que se asemeja más a la realidad, que me abofetea, que me despierta, que me saca día a día de esta terrible oscuridad.

Hay días hasta que el suspirar duele, porque se cruzan las ideas, porque no encuentro los errores que me hacen sentirme así de negativa (si de verdad los hay) y lo único que quiero es coger mi vida en memorias fotográficas y ordenarme.

Solo quiero ordenarme; pero siempre contigo.

27/4/13

De como el grito quedó en silencio.

Cada uno tenemos nuestra propia espalda, apta para soportar el paso de uno, apta para soportar parte de la carga de otro. Apta para apoyarte cuando no te queda nada.

Cuántos gritos lanzaba la mía, llena de alegría y fuera de preocupaciones... No sé qué pasó para que de repente llevara la carga de emociones de otros tantos más. Pero nunca dejé de gritar, y no precisamente de dolor, sino de gritar todas esas emociones, de exponerlas, de tatuarlas en el cielo...
Pero se ha quedado muda. Empiezo a entender que no sirve de nada gritar si nadie oye, no sirve de nada manifestarlo si todos cerramos los ojos... Y entonces las emociones caen, se rompen, se consumen e intentan desaparecer en un vano intento de ello. Gimen del dolor, pero creo que entienden que no se puede sufrir por personas que no ven ese sufrimiento, que no sienten lo mismo...
A las cuales ya no importas y no tratan de disimularlo, fingiendo mal.

Sí, fingiendo mal...

7/3/13

Mejor dejar de buscar.

Quién no se levanta un día y se propone vestirse de alegría, enfundarse de quita miedo, maquillarse con valentía y pisar el suelo con valor.
Todo eso es perfecto, pero, cuando eso no está en tú mano, cuando tu despertar es un "necesito una emoción en mi vida" y sabes que esa sorpresa no está en tu poder... ¿Qué haces? Pues que te replanteas todo por algo que no tiene nada que ver. Mezclar peras con manzanas y hacer una cola de horas en tu cabeza.

Mi único deseo es que me sorprendan con algo bueno, y busco esa sorpresa, pero cada vez que busco siempre vienen malas y de dos en dos, para no sentirse solas. Y se vuelven a formar horas de cola, como si fuese el INEM, en la cabeza...
Entonces surge la pregunta que da pie a todo este lío: ¿acaso soy yo la mala en esta película o lo son los que no saben apreciar una amistad de años?

Por una vez, puedo dar respuesta: sé que yo no soy la mala, que lo es tu ego y tu cobardía.

Punto y final.